Cambia,
todo cambia
Variabilidad climática en sistemas pastoriles.
Desde
los últimos años del siglo 19 a esta parte la temperatura media de la
superficie terrestre se ha incrementado notablemente. Según esa tendencia se
prevé que el aumento continúe ocasionando un cambio rápido y profundo del
clima, con consecuencias sobre la naturaleza y los seres vivos.
Estos
cambios constantes en la mayor parte del planeta afectan de manera negativa a
los agroecosistemas. No obstante existen zonas productivas que han registrado
cambios que favorecen las condiciones climáticas para la producción animal y
vegetal.
La
medición de los fenómenos climáticos, permite realizar un seguimiento del clima
para determinar su evolución a través del tiempo, en una región determinada. En
la naturaleza existen algunos indicadores que hacen posible conocer el estado
de la atmósfera y esas herramientas para caracterizar el agroclima, son
conocidas como elementos agroclimáticos.
Las precipitaciones son determinantes en la
producción de forraje.
Dado
que una de las grandes limitaciones que tienen los sistemas pastoriles es la
variabilidad climática, siendo las precipitaciones el principal determinante de
la producción, el grupo de trabajo de INTA Cuenca del Salado desde el año 2009 viene
realizando un seguimiento en un campo ubicado en el partido de General Guido,
cuya actividad ganadera se basa en el uso de los pastizales naturales.
Según
explican los técnicos de la AER Maipú para el
seguimiento en el establecimiento ¨La Clarita¨, de una extensión de 246 hectáreas,
se realizó inicialmente una descripción de ambientes separando lomas agrícolas
(110 has.) de bajos, tendidos y medias lomas (136 has.). “Esto permitió ordenar
el manejo siguiendo un criterio de usos y descansos para lograr producciones anuales
de forraje superiores a los 10.000 kilogramos de materia seca por hectárea, sin
afectar la supervivencia del pastizal y evitando reemplazos por otro tipo de
recursos forrajeros”.
El
clima constituye el factor más variable de todos aquellos que debe enfrentar la
actividad agropecuaria, dado que cambia de un lugar a otro y cada año. Tiene una
influencia dominante en el crecimiento y desarrollo de los cultivos, en la
aparición de enfermedades y plagas, es difícil de influir y casi imposible de
controlar.
La
climatología de cada región es un elemento de estudio para poder predecir el
comportamiento de las especies animales y vegetales. Con los datos que surgen
de la agrometeorología es posible crear estrategias de planificación y manejo,
contemplando el potencial productivo de la región.
A
partir del seguimiento, los referentes de la Estación Experimental Cuenca del
Salado del INTA pudieron observar que “las precipitaciones hacen variar las
producciones de forraje”. Según los registros
“de 1.000 kg en otoño de 2011 y 600 kg en primavera de 2010 se pasó a
2.100 kg en otoño de 2013 y cerca de 2.800 kg en primavera 2012”., por lo que
comentan que “pretender sostener la misma carga y productividad ante semejante
variabilidad es imposible”.
Dado
que el manejo es una herramienta frente a la variabilidad climática, los
técnicos sugieren “ajustar la alimentación a través de reservas o bajar la
carga si se desea sostener el sistema” y para tal fin una alternativa es “optar
por bajar la carga o utilizar rastrojos”. En cuanto a la producción de pasto por
estación y carga animal comentan que “la continuidad del recurso pastizal y la
posibilidad de contar con forraje de buena calidad una vez superada la
limitación climática, dependerá de un correcto ajuste mediante ventas de
animales, uso de rastrojos o suplementación en situaciones de estrés ambiental”.
Con
el seguimiento se determinó que “la cobertura de malezas fue variable
principalmente por el régimen de precipitaciones. Así como las inundaciones
controlan naturalmente las poblaciones de malezas, las sequías producen claros
en la vegetación que podrán ser colonizados por malezas o especies rastreras de
baja calidad forrajera”.
Asimismo
los técnicos señalan que “el nivel de enmalezamiento registrado en un momento
dado tiene que ver con situaciones ambientales y de manejo (sobrepastoreos).
Nada se puede hacer ante los eventos climáticos, pero sí se debe pensar que el
pastizal se recuperará de manera favorable si el manejo previo a la situación
de estrés fue el correcto, si se dejó el remanente adecuado para que las
especies de interés rebroten, o se manejó de manera que en el suelo sean más
las semillas de especies forrajeras que de malezas”. Esto se logra descansando
a fines de primavera los potreros destinados a forraje de invierno y en otoño
los destinados a forraje de verano, para permitir la semillazón de las
especies.
Para mayor información:
EEA Cuenca del Salado – AER
Maipú Belgrano 696, Maipú (7160), Maipú
Tel.
(02268) 43-0553