Megatérmicas
Evalúan alternativas para
mejorar la receptividad de los ambientes marginales y cubrir el bache de
forraje de verano en bajos alcalinos del norte de la Cuenca del Salado.
La Depresión del Salado, que abarca
una superficie estimada superior a los siete millones y medio de hectáreas y es
considerada como la más importante región de cría vacuna del país, en los
últimos años incrementó su stock vacuno en un contexto productivo de expansión
de la agricultura. Debido a las condiciones comerciales la coexistencia de las
actividades llevó a la ganadería a ceder a la agricultura un 10 % de su
superficie.
En este proceso los ambientes altos,
tradicionalmente utilizados para la confección de reservas y/o implantación de
verdeos/pasturas, fueron reemplazados por cultivos de verano, principalmente
soja, concentrándose la hacienda en los ambientes bajos. Esta mayor existencia
de animales, sumada al incremento de la superficie dedicada a la agricultura,
provocó un aumento en la presión de utilización de los pastizales naturales,
base forrajera de la actividad ganadera, principalmente sobre los ambientes de
peor calidad, cuyos suelos menos productivos poseen severas limitantes para la
implantación de pasturas.
Frente al natural déficit de forraje
invernal, se sumó un nuevo déficit de forraje durante el verano, que se agudizó
en los últimos años debido a la disminución de las precipitaciones. En este
contexto, a fines del año 2004, desde la EEA de INTA Cuenca del Salado se
comenzaron a evaluar nuevas alternativas para mejorar la receptividad de los
ambientes marginales y cubrir el bache de forraje de verano.
El grupo de técnicos del INTA se enfocó en encontrar
especies que se adaptaran a ambientes bajos alcalinos con pH superior a 9
(suelos de tipo Natracualf, barros blancos o de pelo de chancho),
tradicionalmente ganaderos de muy baja receptividad (0,3-0,4 equivalente vaca
por hectárea). Para el estudio se tomaron este tipo de ambientes por ser allí
donde se incrementó fuertemente la carga ganadera, y por ocupar una superficie
muy importante de la
región, más de
un millón de hectáreas.
Puesto que el agropiro es una
especie muy adaptada a ambientes marginales y existía una importante cantidad
de información,
los ensayos se volcaron a la evaluación de alternativas mediante el uso de
especies capaces de producir más forraje que el pastizal natural y permitan cubrir
el suelo durante el verano. A
partir de estas premisas se resolvió trabajar con Chloris gayana o Grama
rhodes, por ser una especie de alta tolerancia a la salinidad, alcalinidad,
sequía y de acuerdo a estudios recientes moderada tolerancia al encharcamiento,
y con Panicum coloratum o mijo perenne, muy tolerante a las bajas temperaturas,
encharcamientos temporarios, sequía y adaptada a una amplia gama de suelos,
considerando muy importante que las especies fuesen tolerantes a la sequía.
Con los
ensayos realizados durante más de siete estaciones de producción consecutivas con
ambas especies implantadas en suelos de pH superior a 9, se ha logrado cubrir
adecuadamente el suelo, aunque el tiempo de implantación ha sido extenso y los
coeficientes de logro muy variables.
Para evaluar la perennidad de estas
especies el trabajo contempla además conteos anuales de plantas, lo que ha
permitido determinar que el stand de Panicum se mantiene en la mayoría de los
lotes, mientras que en Chloris se mantiene o disminuye luego de encharcamientos
prolongados, inviernos fríos o competencia con malezas. Además, una vez que el
stand comience a decaer, se prevé conocer que perennidad tienen estas especies
en la zona y calcular así el costo real de la pastura.
A partir del estudio los técnicos del
INTA han podido registrar mejoras físicas a nivel suelo, mediante la
observación de la disminución de la densidad aparente, con un aumento de la
estabilidad estructural y de la tasa de infiltración de agua de lluvia, debido
a la generación de un volumen de raíces muy importante que hace que haya más
poros, entre más agua y haya más vida de microflora y microfauna, lo que forma
un círculo virtuoso que se retroalimenta.
Con el trabajo desde el INTA Cuenca
del Salado se ha podido determinar que ambas especies aparecen como
alternativas promisorias para mejorar la receptividad de ambientes marginales
en la región, ofreciendo forraje netamente estival. Sin embargo, aún resta
mejorar la velocidad de implantación y los coeficientes de logro de las
siembras, para poder cubrir el suelo rápidamente y utilizar el potrero al poco
tiempo de sembrado. Además, deberán realizarse estudios de mayor duración y
distribución areal para definir el área potencial de siembra de ambas especies
dentro de la región. Por último, tanto respuestas a la fertilización, posibles
consosiaciones e inclusiones dentro de las cadenas forrajeras existentes, como
así también calidad nutricional serán los nuevos interrogantes que guiarán el
trabajo a futuro.
Para mayor información:
EEA Cuenca del Salado CEI Chascomús. Mitre
202 Chascomús.
Tel. 02241 42-5075 / 43-6690 | E-mail:
intachas@speedy.com.ar
Referente:
Ing. Agr. José Otondo.