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Claves para lograr altas producciones de carne por hectárea.
La Depresión del Salado es un área
eminentemente dedicada a la ganadería y especialmente a la cría bovina. Es
sabido desde hace muchos años, que su productividad es muy baja (del orden de
los 80-90 kg .
de carne/ha.), fundamentalmente debido a sus pobres condiciones edáficas y de
relieve, que muchas veces exponen a los establecimientos a severas alternancias
entre sequías e inundaciones.
En la búsqueda de alternativas de manejo
para que la ganadería mejore sus niveles de productividad, los técnicos de la
Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA, en la Chacra Experimental
Integrada Chascomús (CEICh MAA-INTA), durante casi una década han impulsado módulos
productivos que proponen mejorar el manejo de los rodeos de invernada.
La estrategia contempla
que los
condicionamientos impuestos por el ambiente son algunos de los factores que
hacen que la productividad no alcance los niveles que debería. En tal sentido
señala que “influye principalmente que la actividad ganadera se basa sólo en el
aprovechamiento de pastizales naturales poco productivos, sin la debida
elaboración de reservas forrajeras que permitan atenuar las fluctuaciones
estacionales en la producción de forraje, que en los pastizales de la región
son muy marcadas”.
Algunas claves:
La Chacra Experimental Integrada
Chascomús del Ministerio de Asuntos Agrarios - INTA, condujo durante varios
años una unidad de producción de cría vacuna con un manejo racional que
permitió lograr resultados altamente satisfactorios, alcanzando producciones de
157 kg .
de carne por hectárea en promedio de 10 años. Se incluyó además en esta unidad
un planteo la invernada de los machos
producidos por el rodeo de cría, ocupando tan sólo poco más del 10% de la superficie,
generando un notable incremento en la producción física del establecimiento,
21% más en producción de carne, que alcanzó así los 190 kg/ha. Esto a su vez
significó un fuerte impacto en los márgenes de la explotación, aumentando el
margen bruto un 46% respecto de la cría pura.
Esto permitió a los técnicos del INTA generar
un importante cúmulo de información para estimar de modo certero el potencial ganadero
de la zona y entender cuáles son algunas de las claves para lograr altas
producciones de carne por hectárea.
Con los módulos
de producción se pudo observar que resulta de gran importancia “producir
la máxima cantidad de forraje”, puesto que “ha sido la dieta base de los animales,
participando con el 91%, el 9% restante de la dieta promedio de los siete años
provino de la suplementación con maíz o sorgo”. Por tal motivo es necesario
“intentar que el forraje este bien distribuido a lo largo del año, o que se
relacione con los requerimientos ganaderos”, al tiempo que se debe lograr
eficiencia en la utilización de dicho forraje”, de acuerdo con las especies o
la especie más importante, dependiendo de la estación del año.
Al respecto
señalan que “para intentar mantener una buena producción de forraje durante
todo el año es necesario incluir diferentes cultivos y mezclas de pasturas, que
se deben ir renovando según la rotación del potrero”. Para el diseño de la
cadena forrajera y el suministro de cultivares adecuados el INTA contó con la
colaboración de la empresa Barembrug, co-fundadora del Módulo de Invernada
pastoril de la CEICh que se mantiene desde 2003.
Además señalan
que “la calidad del forraje ofrecido es otro de los aspectos a observar” ya que
“a veces la cantidad no es tan limitante como la calidad para obtener buenas
performances ganaderas en invernada”.
Junto al manejo
adecuado de los recursos forrajeros los módulos demostraron que “realizar a
tiempo técnicas como fertilizaciones, suplementación y corte para reservas de
forraje, ayudó a transformar más pasto en carne”.
Resultados a
campo:
El promedio de
producción de carne obtenido en los siete años es de 570 kg por hectárea, con
una variaron aproximada de 120
kg . Esto, según los técnicos del INTA “demostraría la
gran estabilidad de este sistema, en comparación con las diferencias por efecto
año en otras actividades como la agricultura ocasional en suelos marginales,
cuyo riesgo es mucho mayor”.
Según los referentes a cargo de los
módulos productivos, “las diferencias entre años se explican mayormente por efectos
ambientales en la producción forrajera y el nivel de suplementación que
tuvieron, aunque en general éste fue muy bajo.
También otra razón que explicaría diferencias es la carga animal, expresada
en EV/ha. y cabezas por hectárea.
Contemplando
los actuales precios ganaderos y la baja o nula aptitud agrícola de los suelos
en donde se realiza la invernada, los técnicos entienden que “se trata de una
alternativa complementaria a la cría, que mejoraría el margen global del
establecimiento y diluiría riesgos al diversificar actividades”.
Para mayor información:
EEA
Cuenca del Salado INTA Chacra Experimental Integrada Chascomús.
(INTA –MAA)
Referentes: Ing.Agr. Matias Bailleres | Ing.Agr. Daniel E. Sarena
| Med.Vet. Gustavo Melani.
E-mail: bailleres.matias@inta.gob.ar