Siempre
que llovió…
Respuesta de los suelos y pastizales después
de la inundaciónLas abundantes precipitaciones registradas sobre el centro-este y sud-este de la provincia de Buenos Aires durante el otoño y principios del invierno (principalmente entre abril y julio) han provocado un exceso hídrico en superficie con grandes zonas anegadas e inundadas.
La Cuenca del Salado es una de las
regiones más afectadas, con una importante superficie con graves problemas de
anegamientos y campos inundados, provocado no sólo por las abundantes lluvias
caídas in situ, sino también, debido al desborde de los numerosos canales,
arroyos y lagunas de diverso tamaño que reciben importantes excesos de agua que
se originan en los partidos ubicados en las zonas más altas de la cuenca, y a
su vez, las que estos reciben de otras localidades. Los partidos más afectados
han sido Pila, Guido, Dolores, Castelli, Gral. Belgrano, Gral. Alvear y Las
Flores, afectando alrededor de 1.500.00 hectáreas en la zona de influencia de
la Estación Experimental Agropecuaria Cuenca del Salado del INTA.
Esta situación, si bien es problemática,
“no resulta novedosa ya que la región se caracteriza por inundarse
periódicamente debido a su relieve extremadamente plano y al escaso desarrollo
de cursos de agua”, comentan los técnicos del INTA Cuenca del Salado,
responsables de un trabajo de análisis de la información que estima lo que
pasaría con los pastizales y los suelos cuando se vaya el agua de los
campos.
La mayor parte de los suelos presenta en
profundidad un horizonte arcilloso sódico poco permeable, conocido como
horizonte nátrico, que impide que el agua se infiltre rápidamente. Según un
relevamiento de suelos realizado por INTA en 1990, más del 60 % de los suelos
de esta región están afectados en algún momento por excesos de agua. Se estima
que uno de cada 5 años presenta un exceso hídrico moderado, mientras que un año
de cada diez, se manifiesta un evento hídrico de mayor magnitud que puede
generar inundaciones.
En baja:
Cuando el agua
comienza a retirarse surgen interrogantes sobre cómo será la recuperación de
los suelos y pastizales. Al respecto los técnicos del INTA Cuenca del Salado
explican que “del análisis de investigaciones realizadas durante varios años en
la región se observa que siempre y cuando, la acumulación de agua permita la
llegada de luz al suelo, la vegetación no se verá perjudicada, sino que por el
contrario será favorecida”.
Está demostrado
que “en el verano posterior a una inundación moderada es mayor el volumen y la
calidad de forraje del campo natural”. Además “los suelos no se salinizan ni
disminuyen su contenido de materia orgánica luego de una inundación, sino que
por el contrario pueden presentar efectos beneficiosos, mejorando algunos de
sus parámetros físicos y químicos”.
Efectos de la
inundación sobre el pastizal:
Los referentes del
INTA señalan que “los pastizales naturales son sistemas que muestran gran
tolerancia a las inundaciones, a diferencia de la mayoría de los cultivos y
pasturas implantadas, que suelen ser notablemente perjudicados”.
Cuando el suelo
esta encharcado (saturado) el movimiento de oxígeno es muy reducido y, por lo
tanto, también se reduce la respiración y se ve afectada la absorción de agua y
nutrientes por las raíces de especies que no poseen adaptaciones. En el corto
plazo, se reduce su productividad, mientras que en el largo plazo puede
aumentar la tasa de mortalidad en la población, causando la disminución en la
cobertura de dichas especies. Sin embargo, “los pastizales de la región, al
haber coevolucionado con eventos de inundación frecuentes, presentan una gran
cantidad de especies que crecen durante las inundaciones e incluso se
benefician con la misma”.
Debido a que la
tolerancia a la inundación varía ampliamente entre especies, “es razonable
esperar cambios importantes en la composición del pastizal de acuerdo a la
intensidad y duración del anegamiento”.
"De acuerdo
al monitoreo estacional de pastizales en la región norte de Cuenca del Salado
que lleva adelante el INTA, “durante el invierno del 2014 en ambientes con bajos alcalinos se
registró un aumento en la presencia de especies de valor forrajero como
canutillos (Paspalidium paludivagum), y Eliocharis spp,
acompañado de un aumento de la cobertura total del suelo”.
Las especies de los
pastizales en la zona de influencia de la Experimental Cuenca del Salado del
INTA pueden agruparse en graminoides (gramíneas, ciperáceas y juncáceas), y dicotiledóneas.
Estos dos grupos de especies responden de manera diferente a los disturbios
causados por el pastoreo y las inundaciones. Por un lado el pastoreo provoca un
aumento en la abundancia de especies dicotiledóneas, por ser poco preferidas y
quedar fuera del alcance del ganado. Estas especies disminuyen su abundancia o
algunas casi desaparecen durante las inundaciones.
Las graminoides
nativas disminuyen su biomasa con el pastoreo continuo, y aumentan su
producción durante la inundación. Este aumento de las graminoides sobrecompensa
la disminución de las dicotiledóneas en términos de producción total del
pastizal. Las graminoides pasan a ocupar suelo y canopeo vacante debido a la
desaparición de las dicotiledóneas; ya que por estar adaptadas a la inundación
pueden utilizar los nutrientes disponibles en el suelo. Esta situación ha sido
estudiada detalladamente por investigadores de la UBA y se ha visto reflejada
durante los monitoreos estacionales de pastizales de INTA Cuenca del Salado (Figura 1).
Según observan los
técnicos de INTA “para estos pastizales las inundaciones pueden generar efectos
opuestos a los generados por el pastoreo y de su intensidad y duración depende
que un grupo funcional avance sobre el otro”. El hecho que las inundaciones
actúen favoreciendo las graminoides y desfavoreciendo las dicotiledóneas “permite
considerarlas como un servicio natural capaz de revertir, al menos en parte y
transitoriamente, el deterioro de la vegetación provocado por el pastoreo”.
Desde el punto de
vista del uso del pastizal natural, “dicho servicio mejora la cantidad y
calidad del forraje disponible. Sin embargo, debe notarse que la duración de
los efectos benéficos de la inundación sobre el pastizal dependerá en gran
medida del manejo del pastoreo (carga y frecuencia) y de las condiciones
climáticas imperantes luego de la inundación”.
Efectos de las
inundaciones sobre los suelos
Las consecuencias
de las inundaciones difieren si la inundación es causada por agua de lluvia, o
por agua subterránea.
Alrededor del 90 %
de los problemas de salinidad y sodicidad en los suelos se asocian con ascensos
de agua subterránea, es decir aguas que emergen desde la profundidad. El
potencial de salinización está relacionado con la concentración de sales del
agua freática que asciende. La posibilidad de salinización de la superficie del
suelo después de estos anegamientos depende entonces de la combinación de dos
variables: salinidad y profundidad de la napa freática.
El agua de lluvia
que infiltra desde la superficie del suelo es agua dulce, incapaz de causar
salinización de la superficie de los suelos. De manera que la presencia de
horizontes texturales (arcillosos) es un elemento que lejos de perjudicar a los
suelos, termina favoreciéndolos. Por lo tanto, los efectos de un anegamiento
con agua de lluvia en la región son básicamente “falta de piso”, compactación y desarrollo de anaerobiosis.
Respecto al primer
punto, se verifica que en suelos agrícolas dicho estrés proviene esencialmente
del paso de la maquinaria agrícola durante y luego de la inundación y, en los
ganaderos, del tránsito de animales luego de la inundación. El segundo efecto
se refiere al reemplazo del aire, que normalmente está ubicado en los poros del
suelo, por agua, durante la inundación, por lo que el suelo pasa a una
condición de ausencia de oxígeno. Bajo ésta condición comienzan a prevalecer
procesos de reducción química, produciendo la reducción de los nitratos
(desnitrificación). Sin embargo, las pérdidas por desnitrificación sólo pueden
alcanzar una magnitud importante en suelos sometidos a ciclos alternados de
anaerobiosis - aerobiosis, que permiten la nueva formación de nitratos por
procesos de mineralización. Por ello, no es esperable un impacto muy grande de
las inundaciones sobre las pérdidas de nitrógeno desde el suelo, si se
contempla además que el pastizal natural posee plantas nativas capacitadas para
absorber nitrógeno como amonio en suelos inundados.
Otro efecto que
ocurre cuando en los suelos prevalece un ambiente reductor es la formación de
compuestos con hierro ferroso y manganeso reducido. Estos cambios pueden traer
beneficios en el caso de la disponibilidad de fósforo, ya que las fracciones
minerales de fósforo unidas al hierro y al manganeso se solubilizan. En la
Pampa Deprimida se encontraron, mayores contenidos de fósforo total y orgánico
en suelos bajos sometidos a mayor grado de inundación, hecho que se verifica en
muchas regiones del mundo.
A partir del
análisis de la información los técnicos de la Experimental Cuenca del Salado
del INTA afirman que “las inundaciones no afectan ni severa ni permanentemente
ningún componente de la fertilidad química de los suelos de la Cuenca del
Salado”, es decir que no “lavan” los suelos ganaderos. En tal sentido observan
que lejos de ser perjudiciales, “las inundaciones con agua de lluvia,
frecuentes en ésta región, representan un evento natural de la dinámica de sus
suelos”.
Para
mayor información:
Chacra
Experimental Integrada Chascomús (MAA-INTA).
Mitre 202Chascomús. Tel.
02241 42-5075 | 43-6690
Referentes: José Otondo, Alejandra Casal, Coria, Martinefsky - INTA EEA Balcarce.
E-mail: otondo.jose@inta.gob.ar