En la
estación
Pautas de manejo
de los rodeos bovinos en verano y otoño.
Frente a un sector agrícola en expansión, en
los últimos años la ganadería en la Cuenca del Salado bonaerense apeló a nuevos
modos de manejo. Los rodeos bovinos se han orientado hacia un modelo productivo
de precisión para optimizar el manejo de la nutrición, los índices de preñez y
los resultados productivos, en convivencia con la agricultura, mediante un
proceso de intensificación.
Ante esta nueva realidad productiva y pensando
en la demanda de los productores de contar con nuevas herramientas y conocimientos, la Chacra Experimental Integrada
Chascomús, Manantiales, perteneciente a MAIBA y Estación Experimental
Agropecuaria Cuenca del Salado del INTA ha impulsado ensayos y trabajos que
facilitan la mejora de las pautas de manejo del ganado bovino, considerando las
condiciones climáticas y los recursos con los que se cuenta en cada estación
del año, mediante
el desarrollo de módulos de recría e invernada, que permiten darle kilogramos a
bajo costo a la zafra de terneros, y así no solamente lograr mejores márgenes y
plasticidad en la carga del establecimiento, sino que también contribuir a
incrementar los pesos de faena.
Al
respecto los técnicos de la Experimental destacan que “cada estación del año
muestra sus particularidades en lo que hace a producción y calidad del forraje
ofrecido, pero también en función del crecimiento y tamaño alcanzados por los
animales”.
En
la región de la Cuenca del Salado, sin dudas la estación más problemática para
la invernada en pasturas es el verano, puesto que “es cuando los animales en
engorde, cercanos a su peso de faena, tienen los más altos requerimientos de
todo el ciclo, y además la necesidad de sostener altas ganancias de peso para
asegurar un buen estado de terminación”.
En
estas condiciones, según los técnicos, “cobran fundamental importancia las
pasturas con alfalfa y las promociones de Lotus tenuis por la elevada cantidad
y calidad de forraje que entregan, junto con una adecuada suplementación en
caso de ser necesario”. A pesar de encararlo con menos carga, a fin de no
perder ritmos de engorde y que la invernada por lo tanto se haga excesivamente
larga, se recurre frecuentemente a la suplementación. Con ésta “no sólo se
aumenta la calidad de la dieta, sino que también se logra “estirar” la duración
de los potreros, hecho fundamental teniendo en cuenta que la superficie en
pastoreo disminuye notoriamente al tener que cerrar las promociones de
rye-grass para que semillen asegurando así su presencia el año siguiente”.
Terminar
y vender todos o la gran mayoría de los animales en esta estación para los
referentes del INTA es un aspecto clave, ya que “no es conveniente arrancar la
próxima camada con un remanente de animales del año anterior, que además de
aumentar la carga en el ciclo siguiente, comerán pasturas que deberían haberse
reservado para el ingreso de las tropas nuevas”.
Hacia
el otoño en los módulos de recría e invernada que el INTA Cuenca del Salado
tiene en la Chacra Experimental
Integrada Chascomús (Manantiales)
los terneros entran recién destetados al módulo de invernada. Como los más
chicos (cola de parición con menos de 160 kg. de peso), son los que más riesgos
corren de no avanzar y hasta morir durante los primeros meses de engorde, “se
los aparta del resto y se los encierra en un corral de inicio, donde reciben un
tratamiento preferencial y suplementación en base a concentrados energéticos y
proteicos”. De esta manera, según los profesionales del INTA, “se aprovecha su
menor necesidad de consumo de alimento y su alta eficiencia de conversión, logrando
que crezcan a muy buen ritmo, llegando al finalizar el invierno, con un peso
parecido a la cabeza de la tropa, momento en que se los junta con el resto del
lote, a campo, mejorando su capacidad de engorde, al punto de no desentonar de
allí en más con la performance de sus compañeros de camada que fueron cabeza de
parición”.
A
los animales cabeza de parición durante el primer mes de invernada “se los
maneja juntos (machos y hembras), en pasturas bien sazonadas, con buena
disponibilidad producto de una clausura previa de 60 a 90 días, hasta que las
promociones de rye-grass anual, realizadas a mediados de febrero, están en
condiciones de ser pastoreadas”. En ese momento, los machos pasan a este
recurso forrajero en tanto que las hembras continúan en pasturas; el inicio de
la invernada se caracteriza por la baja ganancia diaria, nada sorprendente ya
que el ternero viene del sufrimiento post destete y aclimatándose a una nueva
dieta.
Como
en general los verdeos invernales en otoño temprano tienen bajos contenidos de
materia seca y muy altos de proteína y nitrógeno no proteico, “se produce un
desbalance nutricional en los terneros, lo que requiere ser corregido con el
aporte de suplementos energéticos (grano de maíz o sorgo o bien silaje de
planta entera de uno u otro cultivo) como máximo al 1% del peso vivo, lo que
cubre aproximadamente un tercio de su dieta diaria”. En ese momento, como estrategia de manejo, “las
hembras son separadas en dos grupos, uno cabeza para que llegue antes de
noviembre a peso de servicio (280 kilogramos) por lo que se le da un circuito
de buenas pasturas y suplementación, y otras pasándolas a las pasturas más
viejas y de menor calidad, recriándose solamente, a la espera de la llegada de
la primavera”.
Datos productivos:
La
revisión de los resultados obtenidos en el ejercicio cerrado recientemente en el
Módulo de recría e invernada de la Experimental Cuenca del Salado del INTA, con
animales que iniciaron el ciclo en otoño de 2015 con 6 a 8 meses de edad y un peso
promedio de 175 kg., “arrojó una producción de 622,7 kg./ha. en las 61,7 ha.,
efectivamente ocupadas”. El total de
animales en engorde fue de 193 cabezas, 95 machos y 98 hembras. “Los pesos de salida fueron de 406,3 y 342,1
kg., sin desbaste, para los machos y las hembras respectivamente”. Los mismos fueron saliendo paulatinamente en
la medida que llegaban a terminación a partir del mes de noviembre del mismo
año del inicio y la última tropa en abril del siguiente, promediando un total
de 335 días de invernada, con un ritmo de engorde promedio de 594 gramos por
cabeza por día.
Al
respecto los técnicos destacan que “estos resultados superan el promedio de los
últimos 14 años (el Módulo de Invernada está vigente desde 2003), de 540 kg/ha
año, con un desvío (mas menos) 110 kg/ha año”, lo que refleja la enorme
estabilidad de este sistema comparándolo con otras actividades que se podrían
realizar en algunos de estos potreros.
En
el corriente ejercicio, hasta el 31 de enero de 2017, “se llevaban vendidas 130
cabezas (de 206), 59 hembras y 71 machos, con pesos de 412 y 311 kg por cabeza
respectivamente, sumando hasta el momento casi 350 kg de carne por ha”, por lo
que seguramentre al cerrar el ciclo a fines de marzo los técnicos del INTA
estiman que se superán los 600 kg, con una carga de 3,10 cabezas por ha”.
Para
mayor información:
INTA
Cuenca del Salado. Chacra Experimental Integrada Chascomús. (Manantiales).
Tel. (02241) 436690/425075.
Referentes: Ing. Agr. Matías Bailleres, Ing Agr. Daniel Sarena, Ing Agr. José Otondo.
E-mail:
otondo.jose@inta.gob.ar