Bajo
presupuesto
Monitoreo de pastizales naturales en diferentes ambientes.
En
los sistemas de producción ganadera para presupuestar el alimento necesario
resulta de suma importancia conocer las características y demandas
nutricionales del rodeo, como también los recursos pastoriles con los que se
cuenta.
Los
pastizales naturales ocupan más de la mitad de la superficie de la Cuenca del
Salado. Esto los convierte en el principal recurso forrajero de la zona. Entre
sus ventajas los técnicos del INTA destacan que “no se siembra, resiste eventos
de sequías y anegamientos, y produce todo el año” y, “si bien los máximos de
producción se producen en la primavera, principalmente, y en el otoño, la
coexistencia de distintos grupos forrajeros, de ciclo estival como invernal,
permiten su uso todo el año”.
Contemplando
estas ventajas y como aporte de información para el manejo de los recursos en
la empresa ganadera, desde la Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA
se realizan estacionalmente monitoreos de estado de pastizales naturales sobre
diferentes ambientes, en establecimientos ganaderos privados, distribuidos en
algunos partidos de la Cuenca del Salado.
El
monitoreo “se realiza identificando ambientes, dado que en cada uno de ellos la
comunidad predominante es diferente, y también su funcionamiento”, indican los
técnicos que impulsan desde hace tres años este trabajo.
A
partir de las observaciones los profesionales del INTA señalan que “durante el
año y entre años la vegetación presenta distintos estados más o menos estables
que pueden intercambiarse por acción de diversos factores”. Persisten bajo
constante desequilibrio debido a fluctuaciones ambientales y disturbios, como
los eventos de sequía, inundaciones o sobrepastoreo. En algunas situaciones, en
algunos veranos, por ejemplo, “la sequía potencia el efecto del sobrepastoreo
llevando el pastizal hacia situaciones de deterioro”.
En
cuanto al manejo indican que “el sobrepastoreo sería, precisamente, uno de los
factores que lleva al pastizal de un estado determinado a otro más
deteriorado”. Este tipo de disturbio es capaz de modificar la estructura del
pastizal creando espacios de suelo desnudo, que alterarían las relaciones de
competencia entre las especies vegetales promoviendo aquellas de porte más
rastrero y frecuentemente poco atractivas para el ganado y de menor valor
forrajero. En esos casos, para lograr una recuperación del pastizal se deben
provocar disturbios favorables que permitan manejar esas inestabilidades. Al
respecto los profesionales hablan de manejo cuando se refieren, por ejemplo, “a
las decisiones sobre los animales: el momento, la duración y la intensidad del
pastoreo”. “En qué momento de la fenología del pastizal entramos, durante
cuánto tiempo, cuánto remanente dejo, cuándo se vuelve a entrar a cada
potrero”.
Por
el campo:
El
monitoreo es realizado por los referentes de la Experimental Cuenca del Salado
del INTA identificando ambientes, dado que “en cada uno de ellos la comunidad
predominante es diferente, y también su funcionamiento”.
Los
sectores más elevados en el paisaje, lomas y medias lomas, presentan los suelos
con menores limitaciones para el desarrollo de las plantas. Estos ambientes,
señalan los técnicos, “son capaces de producir abundante forraje todo el año, y
son los sectores seguros en caso de inundación”. Estas características lo
convierten en potreros óptimos para su uso durante el invierno, para lo cual es
necesario un pastoreo estratégico a fines de verano, que elimine el forraje
estival remanente, favoreciendo la emergencia y rebrote de las especies
invernales, que iniciarán su nuevo ciclo de crecimiento y aporte de forraje.
Este manejo de recambio debería hacerse a la inversa en los potreros conocidos
como bajos dulces, que son los que pueden permanecer encharcados durante el
invierno, y están dominados por especies de verano de muy buena calidad
nutricional, por lo cual son excelentes productores de forraje a la salida de
la primavera y durante el verano, siempre que se garantice la persistencia de
las especies forrajeras. Finalmente, los bajos alcalinos son menos productivos
debido a fuertes limitaciones edáficas, y están dominados por especies estivales
de baja calidad nutricional, si bien producen mayoritariamente en el verano se
recomienda comerlos en diferido en otoño, de forma que en verano se asegure una
mayor cobertura del suelo para reducir la evaporación y en consecuencia el
ascenso de sales.
En
los monitoreos “se evalúa el estado general del pastizal a través de diferentes
variables como son la cobertura vegetal, proporción de gramíneas, leguminosas y
malezas, disponibilidad de forraje y material muerto; y se registran las
especies más abundantes de los diferentes grupos florísticos”. Con el trabajo
“se ha observado, por ejemplo, que el principal componente de la cobertura y
aporte de forraje en nuestros pastizales son las gramíneas y graminoides, que
cubren entre el 60 y el 80% del suelo durante todo el año”.
En
general los profesionales distinguen “una mayor disponibilidad de forraje
durante la primavera-verano”, como también “una mayor cantidad de material
muerto luego de ese período”. Muchas veces, esto responde a una decisión de
conservar recursos para cubrir las demandas en el invierno, pero cabe recordar
que esta práctica impide la correcta llegada de luz a los estratos inferiores
del pastizal y, entonces, debilita el establecimiento de las especies que
rebroten o germinen en otoño, ofreciendo pasto de mejor calidad que aquel
diferido.
Según
comentan los profesionales “se encuentran en el pastizal especies invernales
nativas de buena calidad como las flechillas, cebadillas, poas, gaudinias, y
naturalizadas como el raigrás”, algo que es posible promover si se hace un
pastoreo intensivo con el rodeo de cría entre los meses de marzo y abril, y
luego se hace “descansar” el potrero hasta que se haya acumulado suficiente
forraje de calidad y muy útil para la parición e inicio de lactancia.
La
falta de planificación en el manejo de los potreros “impide que las especies
deseables presentes en el pastizal se expresen o lo hagan de forma muy
disminuida respecto de su potencial”. En este sentido el porcentaje de suelo
cubierto por leguminosas representa alrededor de un 5 %, con una gran
considerable variabilidad que indicaría que es posible aumentar su
participación considerablemente.
De
la misma manera, identificando las especies problemáticas a la producción y
conociendo su comportamiento a lo largo del año en su ambiente, se pueden
plantear varias estrategias de manejo que dificulten su permanencia. La
observación de especies “indeseables” en el tapiz responde a causas en el
manejo del potrero y en el sistema en general, y en promedio, en los censos
correspondientes al año anterior, entre un 15 y 30 % están cubiertos por
malezas, ocupando el lugar en el que deberían encontrarse especies de alto
valor nutricional, como son las gramíneas y leguminosas nativas.
Estos
indicios dan idea del escaso control del pastoreo sobre los pastizales
naturales y la idea de marginalidad que los involucra aun siendo un recurso
fiel, resiliente, de producción durante todo el año, y con especies de muy buen
valor nutricional.
Para
mayor información:
EEA Cuenca del Salado
INTA Maipú Belgrano 696 Tel. (02268) 421161
Referentes: Ing. Agrónomos Alejandra Casal | José Otondo |
Ariela Cesa
E-mail: casal.alejandra@inta.gob.ar