Siempre que
llovió…
Efecto
de la inundación sobre los pastizales naturales.
Las
abundantes precipitaciones registradas durante el 2014 en la Cuenca del Salado bonaerense
provocaron un exceso hídrico con grandes zonas anegadas e inundadas. Esta
situación, si bien es problemática, no resultó novedosa ya que la región se caracteriza
por inundarse periódicamente debido a su relieve extremadamente plano.
Los
sistemas ganaderos de cría, que ocupan generalmente los campos más bajos,
mantuvieron gran parte de sus potreros saturados durante meses. Cuando el agua
comenzó a retirarse surgieron interrogantes sobre cuán largo sería el período
para la recuperación de los pastizales.
Para
conocer la respuesta de los pastizales naturales de la región, referentes técnicos
de la Estación Experimental del INTA Cuenca del Salado han realizado
observaciones y seguimientos que permiten evaluar cómo superan las situaciones
de exceso hídrico.
Investigaciones
conducidas durante varios años, concuerdan en que “siempre y cuando la
acumulación de agua permita la llegada de luz al suelo, la vegetación no se ve
perjudicada, sino que es favorecida, generándose en el verano posterior a una
inundación, mayor volumen y calidad de forraje en el campo natural”.
En relación los suelos los técnicos comentan que
“no se salinizan ni disminuyen su contenido de materia orgánica luego de una
inundación”. Por el contrario, “pueden presentar efectos beneficiosos,
mejorando algunos de sus parámetros físicos y químicos”.
Si la acumulación de agua permite la llegada de
luz al suelo, la vegetación no se ve favorecida.
Efecto
sobre el pastizal:
Mediante
un monitoreo estacional de pastizales realizado durante la primavera-verano
2014 por los técnicos del INTA, entre los efectos observados después de la
inundación sobre los pastizales de la zona norte de la Cuenca del Salado
destacan “un reemplazo de especies en pastizales dominados por pelo de chancho
(Distichlis sp) por otras de mayor productividad y valor forrajero como canutillos
(Paspalidium paludivagum, Leersia hexandra), acompañado de un aumento de la
cobertura total del suelo”.
Las
especies de estos pastizales pueden agruparse de acuerdo a sus estrategias en
el aprovechamiento de la luz en: graminoides (gramíneas, ciperáceas y
juncáceas), especies muy utilizadas por el ganado, generalmente erectas; y
dicotiledóneas, más rastreras, y muchas veces consideras malezas. Estos dos
grupos de especies responden de manera diferente al pastoreo y a las
inundaciones. El pastoreo provoca un aumento de dicotiledóneas (malezas), por
quedar fuera del alcance del ganado, mientras que durante las inundaciones
estas especies disminuyen. Por otro lado, las graminoides disminuyen con el
pastoreo continuo, y aumentan su producción durante la inundación.
Según
explican los referentes del INTA “este aumento de las graminoides sobrecompensa
la disminución de las dicotiledóneas en términos de producción total del
pastizal, generándose un aumento de la oferta de forraje”. Esta situación “se
ha visto reflejada durante los monitoreos estacionales de pastizales de INTA
Cuenca del Salado realizados en Cuenca Norte”. De esta manera “las inundaciones
actúan favoreciendo a las graminoides y desfavoreciendo las dicotiledóneas,
hecho que permite considerar al excedo hídrico como un efecto natural capaz de
revertir temporalmente el deterioro de la vegetación provocado por el pastoreo”.
Desde
el punto de vista del uso del pastizal natural, dicho efecto mejora la cantidad
y calidad del forraje disponible. Sin embargo, los técnicos señalan que “los
efectos benéficos de la inundación sobre el pastizal dependerán en gran medida
del manejo del pastoreo y de las condiciones climáticas postinundación”.
Estado
de situación:
Durante
la primavera verano 2014 en la región se registró un “muy buen crecimiento del
pastizal que en muchos casos superó la necesidad de alimento del rodeo”. El
crecimiento observado se reflejó en “altos valores de coberturas de suelo por
parte del pastizal, que superaron el 90% en todos los ambientes a excepción de
los bajos alcalinos”. Gran parte de esta cobertura está dada por especies de
verano como pasto miel, canutillos, gramilla, etc.
Si
bien la situación de abundante forraje brinda tranquilidad al productor, los
referentes del INTA advierten que “puede ser negativa para el recambio de
especies de verano por invernales que se da en la región a fines de otoño, y
que permite que el pastizal produzca forraje en invierno y primavera temprana”.
Para
que las especies invernales (raigrás, poa, gaudinia, flechillas, etc.) vuelvan
a implantarse o rebrotar es necesario que ingresen al otoño con poca cobertura
en el suelo de manera que la luz permita su germinación y/o macollaje. Por
ello, en aquellos potreros donde se haya observado presencia de especies
invernales y no tengan gramilla, los técnicos sugieren “realizar un pastoreo
intenso con el rodeo de cría durante el inicio del otoño (preferentemente con
categorías de bajos requerimientos), y luego dejar descansar el pastizal hasta
que se observe un buen desarrollo de las invernales, pudiendo reservar estos
potreros para el comienzo de la parición”.
Para mayor información:
Chacra
Experimental Integrada Chascomús (MAA-INTA). Mitre 202Chascomús.
Tel. 02241 42-5075 | 43-6690
Referentes: José Otondo.