Con cuidado
Pautas para mantener la sustentabilidad
de los sistemas ganaderos.
La
evolución de los sistemas productivos, a partir del avance de la agricultura en
la Cuenca del Salado bonaerense, se reflejó en la creciente concentración de la
ganadería de cría, su desplazamiento a ambientes menos productivos y una caída
del stock que se está revirtiendo paulatinamente.
Puesto
que ese recupero del número de cabezas y la sustentabilidad de los sistemas
ganaderos exige una mirada atenta a los efectos sobre el recurso suelo, desde
la Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA se proponen pautas de
manejo para su cuidado.
“El
suelo, uno de los principales factores de la producción, juega un rol
primordial en la actividad ganadera” señalan los técnicos de la experimental,
destacando la importancia de “conocer cuáles serán algunos de los aspectos que
incidirán sobre este recurso afectando la sustentabilidad de los sistemas”.
Al
respecto los profesionales del INTA indican que “los procesos de degradación de los
suelos son consecuencia del mal uso, intensidad de uso y manejo de los mismos
para obtener beneficios productivos”. Los efectos en el suelo “se relacionan
entre sí y hacen a la pérdida de fertilidad”.
Estos procesos que llevan al suelo a disminuir su
capacidad productiva pueden ser reconocidos en dos grandes grupos, “aquellos que
hacen a la fertilidad física como la compactación, pérdida de estructura,
disminución de la porosidad y los vinculados a la fertilidad química como la
salinización, variación de pH y extracción de nutrientes”.
Varios de los procesos de la degradación de los
suelos están relacionados a la química, vinculados a la vez a la degradación
biológica. Algunos de los factores que propician la degradación química suelen
ser el agotamiento de nutrientes y
la acidificación del suelo que
resultan como consecuencia de, entre otras causas, el agotamiento de la materia
orgánica.
Según
los técnicos del INTA “es lógico pensar que si se pretende cosechar más forraje
en suelos pobres en nutrientes, se generará mayor extracción que aquella que
históricamente se ha realizado”.
Si
se cuenta con una media loma donde realizar un maíz o sorgo para ensilar “se
debe tener en cuenta que si un maíz para cosecha, promedio de la Cuenca, extrae
14 kg/ha de fósforo (P), uno para silo extraerá 70 kg/ha de P aproximadamente”.
Si el silo es consumido sobre el mismo lote donde se generó, “el 90% del
fósforo consumido será devuelto al suelo con las heces, aunque la distribución
de las mismas no será homogénea y se concentrará en las cercanías del
autoconsumo o comederos, por lo tanto es importante rotar el sitio donde los
animales pasan la mayor parte del tiempo”.
Por
otro lado, “si el silo se consume en un potrero distinto, los nutrientes serán exportados
y entregados al suelo fertilizando el
lote donde se consume el silo y generando una gran extracción en aquel
donde se desarrolló el cultivo”. Excepto por el caso antes mencionado de
cultivos anuales, “la cría no es altamente extractiva”, pero se debe considerar
que “los suelos en los que actualmente se desarrolla son muy pobres en fósforo,
con altas concentraciones de sodio a partir de algún estrato de suelo, incluso
desde la superficie, con poca infiltración, encharcables, y de poca estabilidad
estructural, dejando afuera de la mayoría de éstas características a los
llamados bajos dulces ya que suelen tener buena fertilidad química y su
funcionamiento como ambiente se expresa bien con altos contenidos hídricos”.
Considerando
que un ternero de 180 kg que se vende al destete exporta del establecimiento
1,2 kg de fósforo o, si se trata de fertilizante, 7 kg de fosfato diamónico”,
en lo que respecta a las pasturas implantadas, los técnicos del INTA estiman
que “con una mediana a buena fertilización a la siembra (no menos de 70 kg de
fosfato diamónico) se cubrirá la extracción de nutrientes en los siguientes 4
años de utilización de ese recurso”. Por tal motivo desde la Estación
Experimental Cuenca del Salado del INTA se destaca que “la fertilización deja
ya de ser una opción, para pasar a ser un componente fundamental en la
sustentabilidad de los sistemas ganaderos” y que la visión retrospectiva de los
sistemas debe cuestionar ¿Cuántos terneros se han producido en los pastizales
naturales? Y ¿Cuánto hace que no se fertilizan los mismos?
Para
mayor información:
Chacra
Experimental Integrada Chascomús (MAA-INTA). Mitre 202Chascomús.
Tel. 02241 42-5075 | 43-6690
Referentes:
Esteban Melani.
E-mail: melani.esteban@inta.gob.ar