Alta tasa
Manejo en épocas de máxima
tasa de crecimiento
Con la llegada de la primavera se
dispara el ritmo de crecimiento de la mayoría de las especies forrajeras que se
utilizan en pasturas. Muchas de ellas, son combinadas en mezclas que después
deben convivir y adaptarse a las reglas de pastoreo que se les imponen.
Teniendo en cuenta que la función de una
pastura es proveer la mayor cantidad de forraje de la mejor calidad durante el
mayor tiempo posible, o al menos en los períodos que resulten cruciales para los
sistemas productivos, y “considerando su alto costo y dificultad de
implantación”, desde la Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA sus
técnicos proponen “aplicar un manejo acorde que permita maximizar la longevidad.
Al respecto los profesionales observan
que “lamentablemente, con mucha frecuencia, se encuentran pasturas que al cabo
de poco tiempo, por diferentes causas (el manejo es una de las más
determinantes), presentan el dominio de una o dos especies, en general las más
agresivas y las menos elegidas por los animales. “Es muy claro este ejemplo en
pasturas en cuyas mezclas interviene la festuca y/o el pasto ovillo, combinados
con otras gramíneas y con leguminosas (trébol, lotus, alfalfa), que al cabo de
un par de años se transforman en monocultivos de festuca o de pasto ovillo, lo
que permite la aparición de malezas al quedar espacios libres en épocas en que
estas forrajeras, que han quedado dominando el tapiz, frenan su crecimiento
perdiéndose el "valor agregado" que otorgan las leguminosas a la
pastura”. Por tal motivo los técnicos destacan que “vale la pena recordar que
las leguminosas además de ser forrajes de mejor calidad y de altos tenores
proteicos, fijan nitrógeno del aire y lo incorporan al suelo, equilibrando el
balance de este nutriente”.
Lotus
en flor visitado por abejas polinizadoras
(manejos sin descanso no permitirían
que sean masivos estos eventos)
Para los especialistas de la Chacra
Experimental Manantiales (INTA MAIBA) “una pastura está degradada cuando pierde
la componente leguminosa”. Esta pérdida “no necesariamente es problema de
tiempo (inevitablemente con los años las leguminosas se van perdiendo), sino
que también del manejo al que se la someta”. Además de la incidencia del
pastoreo, “otros aspectos relevantes son la re fertilización fosforada, o una
muy elevada fertilización fosfatada a la siembra” (la región tiene naturalmente
una fuerte carencia de este nutriente). Sin duda la buena nutrición de las
leguminosas es importante para alargar su permanencia en la pastura con una
mayor producción del conjunto, y lo que más interesa al ganadero, una mejor performance
de los animales que la consumen.
Según la experiencia adquirida a través
de los años y de sus estudios, para los técnicos del INTA Cuenca del Salado “el
manejo del pastoreo es el factor que más repercute en la duración de la
pastura”. De acuerdo a trabajos
realizados en la región “el sistema
de pastoreo más recomendable para la zona, dado que conduce a una mayor
duración y productividad de la pastura, es el rotativo”, que demanda básicamente
“respetar largos descansos y realizar pastoreos cortos en períodos, según época
del año de 2 a 7 días, con una intensidad variable (mayor o menor altura del
forraje remanente), de acuerdo también con la estación del año, y la especie
clave que se haya elegido a fin de determinar tales parámetros”.
En tal sentido los profesionales del
INTA dejan bien en claro es que “no hay recetas fijas para el manejo de los
pastoreos, ya que la permanencia de los animales sobre ella, la altura de
pastoreo, y la duración de los descansos, variará según las especies que compongan
la pastura y la época del año que se trate”.
Pautas de manejo:
La permanencia de los animales sobre un
mismo sector de la pastura “no debe ser tal que permita a los mismos alcanzar
los rebrotes tiernos antes de que éstos hayan alcanzado un buen grado de
desarrollo, ya que si lo hacen, esto será sin dudas el principio del fin de la
pastura”. Las plantas, luego de ser pastoreadas deben formar hojas nuevamente a
partir de las reservas nutricionales que almacenan en la base del tallo o en la
raíz (según la especie), y si esas nuevas hojas son removidas antes que hayan
podido devolver las sustancias de reserva que utilizaron para crecer antes de
ser fotosintéticamente aptas, el próximo rebrote será más débil, y así
sucesivamente hasta que la planta se muere. Por lo tanto, “el tiempo de
permanencia estará determinado por la velocidad con que ocurra el crecimiento
de ese rebrote: en primavera con buena humedad, éste será más rápido y por ende
la permanencia tendrá que ser menor (no más de 2-3 días), en tanto que en
invierno o en veranos secos, el crecimiento más lento permitirá permanencias
mayores”.
La altura de pastoreo depende
fundamentalmente de las especies que componen la pastura, y en el caso de las
polifíticas, de aquella que se tome como clave para definir el manejo a dar al
conjunto. Lo que se debe impedir es que con el pastoreo muy intenso se remuevan
las yemas de crecimiento de las plantas, puesto que son ellas las que aseguran
el rebrote. Si los animales las cortan, la planta no rebrota e inexorablemente
morirá. En este sentido, debido a la ubicación de sus yemas de crecimiento el
rye-grass, la festuca, el trébol blanco y la alfalfa, admiten pastoreos más
bajos que lo que tolera, por ejemplo, el pasto ovillo.
También en relación con este aspecto, los
técnicos señalan que “los pastoreos intensos permiten la llegada de luz al
suelo sobre el que crece la pastura, y dependiendo de la época del año y la
humedad, estas condiciones pueden ser ideales para la germinación de semillas
de muchas malezas que están presentes en el suelo desde hace muchos años y que
encuentran la oportunidad de desarrollarse en plantas que van a competir con las
forrajeras deseadas, disminuyendo su productividad y la calidad del alimento
que ingerirán los animales”. Además, en la zona norte de la Depresión del
Salado, se encuentra gramón (Cynodon dactilon), una maleza endémica, que no se
multiplica preferentemente por semillas sino por rizomas y estolones, pero que
cuando tiene luz a ras del suelo en primavera y verano, se comporta como una
maleza sumamente invasora, constituyendo una de las principales causas de
pérdida de pasturas en la región” (aun cuando se lo hubiera combatido con
varios años de aplicaciones de graminicidas previamente a la siembra de la
pastura, y durante su vida productiva no se hubiese detectado su presencia).
Por lo tanto, “la intensidad del pastoreo debe ser menor en primavera-verano que
en otoño-invierno”.
En cuanto a los descansos, serán muy
diferentes según la estación del año y las condiciones del tiempo de esa
estación. Por ejemplo, en primavera con buena humedad se puede llegar a la
disponibilidad ideal de pastoreo (1500 a 2000 kg de MS) en 30 días, en tanto
que en invierno a veces ni en 90 días se llega a esa acumulación de
forraje. Pero la temperatura y la
humedad no son los únicos factores que regulan el ritmo de crecimiento sino que
también lo hace el estado nutricional, al punto que muchas veces limita más la
disponibilidad de nitrógeno en el suelo que la temperatura (no alcanza
solamente con lo aportado por las leguminosas).
El manejo de pasturas es una tarea
compleja, dado que requiere mantener un delicado equilibrio entre muchos
factores, que en determinados momentos y circunstancias actúan en un sentido o
en otro. Además, a esta complejidad se debe sumar la aparición de
recomendaciones de manejo ofrecidas de manera general, pero que sólo en
condiciones muy particulares se han comportado bien, como el manejo del
pastoreo en función de la suma térmica (suma de los grados días en el período
de rebrote), el pastoreo continuo controlado, o el manejo por número de hojas
vivas.
Según explican los profesionales del
INTA “estos métodos han tenido éxito en tapices de gramíneas puras, en general
festuca, y en sitios donde el gramón no existe, por lo que los pastoreos se
pueden realizar con mayor intensidad y frecuencia sin afectar la persistencia
de las especies integrantes de la pastura, permitiendo lograr una estructura de
pastos achaparrados tipo césped, que da a las plantas la posibilidad de contar
con un muy buen porcentaje de hojas vivas contra el suelo luego del pastoreo,
asegurando así un rebrote más rápido”. En tal sentido los especialistas concluyen
que “estas recomendaciones no pueden ser extrapolables a pasturas consociadas
de la zona. Cualquiera de estos principios muy teóricos, que son muy difíciles de poder ser llevados a
la práctica por el productor promedio de la región, al intentar ser aplicados,
pueden llevar a la prematura degradación del recurso y al fracaso anticipado de
una pastura”.
Reglas básicas de manejo para pastoreo
rotativo:
La primera regla del manejo de pastoreo
para los técnicos de la
Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA es “ingresar con buena
disponibilidad, 1500 a 2000 gk de MS/ha (15 a 25 cm aproximadamente) según
época del año” y la segunda es “retirar los animales dejando buen remanente,
sobre todo primavera y verano (no menos de 5 cm)”.
En
otoño e invierno “se puede pastorear más a fondo”, sin embargo “la duración de
las parcelas no debería ser mayor a 3 días en primavera y 7 días en invierno
(para no permitir sobrepastoreo de especies)”.
En
mezclas de muchas especies “el manejo debería ser por especie clave según la
época”. Ejemplo en primavera verano por
alfalfa o trébol rojo, en otoño invierno por raigrás, cebadilla o festuca,
según el caso.
Para
mayor información:
EEA
Cuenca del Salado INTA Chacra Experimental Integrada Chascomús. (INTA –MAA)
Referentes: Ing.Agr. Matias
Bailleres
E-mail:
bailleres.matias@inta.gob.ar
Ing. Agr. Daniel
Sarena. Especialista con más de 40 años de experiencia en manejo de pasturas en la CEICh.